miércoles, 13 de febrero de 2013

El Goliat parisino



David frente a Goliat. Mítica historia que narra el triunfo del más pequeño ante el más grande, la victoria de la inteligencia ante la fuerza bruta. Mentiría si os dijera que ayer no hice esa comparación antes del partido, el VCF como David, un equipo que no se puede permitir hacer grandes fichajes, pequeño económicamente y el PSG como Goliat, el golem francés financiado a base de petrodolares que se hacía grande por momentos con hombres como Pastore, Moura o Silva liderados por el temible Ibrahimovic, la cabeza visible de aquella mole llamada equipo.
Tan solo diez minutos tardé en volver a la realidad, un frío manotazo cruzaba mi cara a la vez que el torpedo de Lavezzi se adentraba en las redes de Vicente Guaita. Y aún así, te queda ese ingenuo pensamiento de "si tenían que meter alguno, mejor ahora", por eso del tiempo para la remontada, claro.
Pero creo que ayer me equivoqué de cuento. Goliat no carecía de inteligencia, si no que era una máquina  coordinada defensivamente y que lanzaba el contraataque con una precisión digna de los mejores. Era una maquinaría totalmente engrasada, con una muralla infranqueable en la zaga que presionaba sin descanso las inocentes tramas ofensivas de su enemigo, que se veía desbordado por la superioridad de su rival. Las dudas en David no dejaban de aflorar, y esas dudas casi le cuestan el combate, que para algunos ya tiene perdido.
Con la cara de impotencia por la superioridad que estaba demostrando el PSG en el campo llegó el segundo gol, Lucas Moura bailó literalmente a Andrés Guardado, que aún debe estar buscándose su cintura por el córner de Mestalla. El pase del brasileño le llego franco a Pastore para que batiera a un desafortunado Guaita, que sin duda, no tuvo su mejor noche.
Al final resultaba que el PSG no era solo dinero, era un equipo que sabía moverse perfectamente en el campo, que sabía asociarse y crear peligro más allá de las individualidades del jeque.
Y el VCF, careció de ideas toda la noche, y aunque Canales le puso algo de imaginación al cuento, ayer no tocaba remontar, ayer no tocaba ver al niño parisino llorar desconsolado ante su padre, ayer no tocaba ganar.
Solo un renegado coloso francés llamado Rami, fue capaz de encontrar una pequeña grieta en el rocoso cuerpo parisino, y romper la muralla a base de fuerza y coraje. Una fisura que arroja algo de luz a la eliminatoria, algo de esperanza para todos aquellos que esperábamos que anoche no se volviera a fallar en un partido clave, que no fuera la enésima desilusión. Pero, como buen aficionado, dejadme que me agarre al "Siempre nos quedará Paris".

PD: Lo único de fuerza bruta que demostró ayer el PSG en Mestalla, fue en las botas de Ibrahimovic, que le dejó un recuerdo a Guardado en su espinilla, y que se llevó la roja directa. Esperemos que este golem sin cabeza pierda el rumbo.

Amunt!

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