lunes, 7 de julio de 2014

Elige el fútbol


Estábamos tan inmersos en el surrealista, tedioso y vomitivo proceso de venta que se nos olvido el fútbol. Ese fútbol que no comprende los retrasos de banqueros cuyo único idioma entiende de intereses propios, que castiga a aquellos que no entienden que las afiladas aristas del ladrillo terminan pinchando el esférico, y que concluye reflejando en forma de desastre deportivo toda aquella gestión que deje de lado la "D" que distingue una mera empresa de una sociedad anónima deportiva.
Algunos acusan a Bernat de falta de sentimiento valencianí. Otros de traidor, de pesetero. Yo creo que ha elegido el fútbol. Ese que hace meses dejó de aparecer por la ciudad del Turia para dejar paso a las infamias, conspiraciones, insultos y demás tropelías del que sin duda pasará a la historia como el mayor esperpento de Valencia CF. Y eso, creáis que no, espanta a cualquiera. Y el de Cullera, no ha sido una excepción. Por no hablar de que el papelito que se ha encontrado encima de la mesa no provenía precisamente del Torrelodones, tenía el membrete del Bayern de Munich. 
Pero para el que aún tenga alguna duda de la situación, os invito a que borréis de la ecuación nuestro escudo, ese símbolo que para algunos mesetarios no tiene importancia, y penséis que elige la oportunidad profesional de su vida. Una cosa es el "sentiment" y otra pecar de idiota.
Respecto a la pasta, sinceramente me parece que los bávaros se han llevado una ganga, uno de los laterales izquierdos con más futuro del panorama europeo y futura competencia de Jordi Alba en la selección. Otra cosa no, pero reconvertir extremos en laterales es lo más rentable que ha hecho el Valencia en su historia. Y si, Gayá era extremo izquierdo en las categorías inferiores, ahí lo dejo. 
Supongo que el deseo del jugador de abandonar la entidad y el único año de contrato que le restaba han sobrado para que el club cediera y diera vía libre a su polluelo.
Por supuesto en esta asquerosa ciudad llena de voceros ególatras debían resonar las comparaciones entre el fichaje de Jordi Alba por algo más de 14 millones y esta salida de Bernat, aprovechando para pegar palos sea cuál sea el movimiento presidencial. Si lo vende es un flojo negociando y si pide la cláusula es un inconsciente que no piensa en el agujero de tesorería al cierre del ejercicio. La misma cantinela martilleante de los últimos nueve meses. Bueno, Jordi Alba era campeón de Europa con la Selección Española, y Bernat, no. No hay mucho más que hablar. El manido argumento del desprecio a la academia GloVal también se queda cojo cuando nos damos cuenta de que su sustituto proviene de esa propia academia. ¿No se trataba de dar oportunidades a los jóvenes? Pues eso.
En definitiva, se va Bernat. ¿y que? Si Gayá no sale bien, reconvertimos a Piatti, o a De Paul, y así le empezamos a familiarizar con las tradiciones del club. Si total, eso de improvisar siempre nos sale bien ¿o no?. 

viernes, 15 de noviembre de 2013

Y punto pelota


El aficionado al fútbol de a pie está en plena metamorfosis, pero a la inversa. Cada día que pasa somos más capullos. Nos vamos aislando poco a poco en una esfera cuyo cristal está empapelado con portadas sensacionalistas e informaciones banales disfrazadas de exclusivas mundiales. Un día, y otro, y otro. Es la dictadura mediática. Un callejón con dos únicas salidas en forma de interrogante. ¿A quién quieres más, a papá o a mamá? Donde el padre va vestido de azulgrana y la madre de merengue. No hay más alternativas, y ahí es donde reside su poder. Han tenido la habilidad de reducir de forma drástica el espectro de debate dotando ese preciso debate de una agresividad nunca vista antes, excesiva. 
Gran parte de culpa de mi afición al fútbol reside en aquellas tardes en las que mi padre me bajaba al bar de abajo a ver el partido, sentado en la mesa con mi Coca-Cola en la mano y mi cuello estirándose cual jirafa para poder sortear los cabezones sentados en la barra que me tapaban la televisión. Aún hoy me sorprendo de la capacidad de concentración que tenía para centrarme exclusivamente en lo que ocurría en el terreno de juego y conseguir ignorar -bien porque no entendía las discusiones o bien porque no me importaban lo más mínimo- las acaloradas conversaciones que mantenían los allí presentes. Yo iba a lo mio, a ver el fútbol, a cantar los goles y disfrutar de mi equipo. 
Hace un par de semanas volví a bajar al bar con mi padre. Con mi Coca-Cola en la mano y el Almería-Valencia a punto de empezar en la televisión. Los únicos cambios eran que esta vez yo me sentaba en la barra y no tenía cabezones delante, y que como iba a comprobar a continuación, mi capacidad de concentración ya no es la que era con siete añitos. Esta vez no podía ignorar las discusiones de los presentes.
El árbitro acababa de señalar el comienzo del partido mientras un hombre hacía acto de presencia en el bar totalmente uniformado con el chándal del Real Madrid, impoluto vaya. La primera frase que nos dedicó a los allí presentes fue un: "¿Quién juega ahora?¿El Valencia? Si esos no saben jugar a fútbol". Todo esto mientras exhibía una sonrisa burlona. Os mentiría si os dijera que me sorprendió, así que opté por ignorarle, pero alguien en la barra pensaba de forma diferente y le espetó un: "Fútbol es lo que hizo el Barça el otro día en el clásico, menudo baño". Giré la cabeza y lo primero que me llamó la atención fue el escudo culé en la esfera de su reloj. Todo en orden. En apenas medio minuto, uno le recriminaba al otro que no le pitaron penalti a Cristiano, que si el de Cesc era más claro, que el árbitro era madridista, que si no querían ver la realidad.
No habían pasado cinco minutos de partido y el Barcelona-Real Madrid ya era el principal tema de debate. Empezaron por el clásico y acabaron hablando de Isco, Özil, Ancelotti, Messi, el Tata y todo el universo bipartidista que rodea su particular universo, y que al parecer también cegaba al resto de personas que se suponía que habían ido a ver jugar al Valencia, pero oye, ni caso a la tele, se ve que el debate era más interesante. Noventa minutos de gritos, como si la vida les fuera en ello, defendiendo a quién le tenían que dar el balón de oro. Y por si fuera poco, termina el partido -que por cierto perdimos- y deciden opinar y afirmar: "si es que juegan muy mal, el Djukic este no tiene ni puta idea de entrenar". ¿En serio? ¿Que capacidad de opinión o de síntesis puedes tener de un partido que no has visto? ¿Con qué conocimiento de causa te atreves a juzgar el juego de cualquier equipo cuando te has tirado media parte defendiendo que Cristiano salta más? 
Me fui indignado y cabizbajo a casa. El equipo había perdido y además había tenido que aguantar hora y media un debate sin sentido ninguno y que poco tenía que ver con el fútbol, aunque los que estuvieran hablando se las dieran de expertos en la materia. Miré usted, decir que Casillas es un topo no es hablar de fútbol. Es hablar de lo que los medios nacionales te venden como fútbol. Los mismos medios nacionales que adulteran la competición a base de talonario matando todo debate puramente futbolístico.
Me niego a rendirme a la evidencia, me niego a plantar mi rodilla ante el fútbol moderno, ni quiero, ni puedo. Y si algo puedo hacer desde mi humilde posición es escribir esta entrada y utilizarla para arrancar portadas sensacionalistas y informaciones banales disfrazadas de exclusivas mundiales y dejar un pequeño hueco para volver a prestar atención al fútbol, al juego, a la pelota, a la táctica. Porque cuando cumpla unos cuantos años más me gustaría llevar a mi hijo al bar de abajo, comprarle una Coca-Cola y que disfrute del fútbol como yo lo hice, y que cuando tenga edad para sentarse en la barra a mi lado pueda escuchar opiniones críticas, fundamentadas y basadas en en balón que hay sobre el terreno de juego, y punto pelota, no se si me entendéis. 





lunes, 16 de septiembre de 2013

Cuestión de orgullo



Fue una noche de las que amargan. De esas que te dejan en el cuerpo una impotencia enorme, un cabreo monumental y una decepción más que preocupante. Una noche de esas que no haces más que repetirte a ti mismo una y otra vez, que sólo es fútbol, y intentas aplicar eso que tantas veces te han dicho familiares y amigos: "solo es un deporte, no vale la pena cabrearse por eso". El problema viene cuando el fútbol y el Valencia, en este caso, es parte de tu vida, y poco puedes hacer por ignorarlo. Y lo único que te queda es dar vueltas y vueltas en la cama, dando cabezazos en la almohada con cara de perro, y repasando una y otra vez el partido para dar con las causas del desastre, y con alguna solución que saque del pozo a tu equipo.
Podría intentar analizar las declaraciones de Djuka, calcadas a las palabras de la rueda de prensa ante el Barça. El serbio viene a decir que nos falta ser más directos, que nos sobra toque y nos falta velocidad, pero que la actitud está. Mire usted señor Miroslav, ayer el equipo no tuvo un toque excesivo, directamente no tuvo toque. En cuanto un jugador vestido de verdiblanco presionaba lo más mínimo robaba el balón con una facilidad pasmosa. Tres faltas en todo el partido. O vas muy sobrado y tienes el partido tan controlado cómo para permitirte no tener que parar el rival a la fuerza, o tienes un problema de competitividad enorme, y me da a mi que sobrados no íbamos. Ni una sola palabra del desastre táctico defensivo, de esa fea manía de recular las líneas cada vez que los béticos recibían el balón, dejándoles entrar como Pedro por su casa al área ché y permitiendo centrar, e incluso rematar cada balón que entraba en los dominios de Alves, que a todas luces, fue sin duda el mejor del Valencia, en ese punto estamos. Y aún con un porterazo entre palos, hemos recibido 9 goles en tres partidos, casi nada.
La afición perdonó la debacle en Cornellà, y dio su voto de confianza al equipo. Volvimos a perder contra el Barça, y la parroquia volvió a disculpar al club dada la superioridad de un equipo cómo el Barça, que salvo frente al Levante, ha sufrido para ganar a Sevilla y Málaga. Los discursos esperanzadores y la paciencia ante un nuevo proyecto engordaban el margen de error de Djukic y sus jugadores. Pero lo que no podemos olvidar es que el serbio empezó la pretemporada manejando una excavadora y prometiéndonos que pelearíamos por todos los títulos de la temporada, y de momento estamos a un punto del descenso, con 9 goles en contra y viendo a los jugadores arrastrarse por el terreno de juego, y eso duele, y mucho. Tenemos a un gigante en coma inducido con un problema grave de actitud ,de juego, y con una crisis de confianza galopante. Y por si fuera poco, el fantasma de Pellegrino empieza a sobrevolar Mestalla.
Realmente no se cuál es la raíz del problema. Hay gente que habla de una conspiración maquiavélica contra el técnico, un jaque del vestuario contra el serbio después del palo -quizá excesivamente duro- que dió después de la derrota ante el Espanyol. Sinceramente, espero que esto no sea así. Prefiero que la dejadez y la falta de competitividad vivida ayer en el Benito Villamarín sea un mero espejismo resultado del desastre técnico. Que realmente no sean falta de ganas, o de garra, sino que el sistema que nos presenta el amigo Djuka transmita esa imagen de equipo débil, y por supuesto, que de ser así, cambie su pizarra.
Y cómo no se decir cuál es la verdadera raíz del problema, tampoco voy a ser tan osado de plantear una solución. Lo único que realmente tengo claro, es que el jueves es nuestro estreno en Europa contra el Swansea en Mestalla, y que mucho va a tener que cambiar la imagen del equipo. No estoy pidiendo una victoria, estoy pidiendo intensidad, garra, fuerza, huevos. Porque con esas pequeñas cosas, se arreglan los fallos que tenga el sistema táctico, o al menos, se disimulan.
Yo anoche me fui cabreado, desilusionado y preocupado a la cama. Si los jugadores de este club sienten los mismo, el equipo saldrá adelante. Si por el contrario, todos estos sentimientos les suenan a chino, ya os puedo adelantar que la humillación de anoche no será la última.




domingo, 15 de septiembre de 2013

Pelas de gallos


Y al final explotó. Es lo que suele pasar cuando llevas 100 días moviendo cielo y tierra -o al menos es la sensación que se percibe desde fuera- intentando buscar una solución a una deuda millonaria, que lleva cuatro años sin apenas descender, cuyo responsable fue un pésimo gestor.
Siempre se había mostrado respetuoso, o al menos intentaba no hacer mención al anterior presidente, se mantenía al margen de polémicas e incluso tachaba a Manuel Llorente como un "gestor correcto", que, recordemos, no es lo mismo que "un buen gestor".
Pero todos tenemos un límite, y Amadeo Salvo demostró ayer no ser una excepción. Con un telón de fondo marcado por la reunión a cuatro bandas entre la Generalitat Valenciana, Bankia, la Fundación y el propio club, con Llorente entre bambalinas amenazando con buscar inversores para volver a hacerse con el control de la entidad, y con un caldo de cultivo crítico con todo lo que se mueva en la directiva actual, el máximo mandatario ché ayer arremetió duramente contra la gestión de "Lolo".
Empezó preguntándose porque a la anterior dirección, no se le ocurrió la brillante idea de refinanciar la deuda a largo plazo -lección de primero de economía- y sólo se limitó a pagar intereses sin amortizar el capital. Siguió tachando de insostenible el modelo anterior de gestión deportiva, y señalándolo cómo el culpable de la actual situación. Y por último, soltó que el Valencia se ha gastado 300 millones en fichajes y sólo ha ganado una Copa del Rey.
Sobran los motivos para explicar el cabreo de Amadeo con Manuel Llorente, no hace falta decir que "Manolito" apenas se movió en cuatro años para bajar la deuda, y que sus defensores ahora le piden a Salvo que resuelva el mismo problema en apenas tres meses. Pero también es cierto, que aunque todos podamos hacer el esfuerzo y el ejercicio humano de comprender el malestar del presidente, como máximo exponente y representante del club, debe mantener este tipo de actuaciones y declaraciones bajo mínimos. Ya tenemos una situación lo suficientemente negra cómo para meternos de pleno en una guerra civil sin una salida clara. Amadeo está haciendo a la perfección su trabajo, está reflotando la imagen internacional del club, presentando planes de viabilidad económica que convencen a todas las partes, y haciendo llegar su mensaje de ilusión a todos los estamentos del club, incluida la afición.
No soy economista, y como tal, no os puedo decir que tenga la solución perfecta para que podamos terminar de una puñetera vez el Nou Mestalla. Pero lo que también os puedo decir, es que una deuda de más de 290 millones de euros no se desvanece en una tarde. Es un proceso lento y laborioso, con paso firme y sin descanso.
Así que espero que se dejen de peleas de gallos, porque a no ser, que uno de ellos tenga en su gallinero a la gallina de los huevos de oro, el futuro seguirá siendo igual de negro.

martes, 3 de septiembre de 2013

No os paséis de frenada


Y de repente Mestalla se calló. Por unos minutos, en el interior del templo valencianista, volvían a escucharse únicamente los murmullos de los aficionados que abarrotaron el campo el domingo pasado. Tardé poco en darme cuenta de que la curva de animación se había callado. Los cánticos que formaban la banda sonora del equipo durante el último año y el principio de temporada se habían silenciado. ¿Qué estaba pasando, por qué no cantaban?
Las noticias empezaban a volar por las redes sociales, y llegaban en forma de confirmación vía Twitter oficial de la CN10. 
"Suspendemos la animación por el puñetazo en la boca a un socio de 17 años de un policía nacional. Pedimos que anime todo Mestalla"

Según su versión -recordemos que siempre hay dos versiones de la historia- a uno de los integrantes de la grada de animación se le había caído su CocaCola encima de uno de los agentes de policía presentes en su zona de butacas. La reacción del agente, habría sido la de agredir presuntamente al chaval con un puñetazo en la cara. Además, dado que la grada está vigilada constantemente por cámaras de seguridad, los dirigentes piden la grabación, alegando que demostrará dicha versión.
Al día siguiente, la dirección de la grada de animación Mario Alberto Kempes, confirmó a través de las redes sociales que el agredido finalmente no era un menor, si no que ya había cumplido los 18 años de edad.

Ni la policía nacional, ni el Valencia CF como entidad, han manifestado su versión de los hechos.

Intentemos aplicar la lógica a todo este despropósito. Si los cuerpos de seguridad hicieron presencia en la grada de animación es porque tendrían un motivo de peso para presentarse allí. Bien sea por que el partido fuera declarado de alto riesgo, o bien porque a través de las cámaras antes mencionadas vislumbraran algún comportamiento peligroso o que se saliera de la normativa establecida, y decidieran, por prevención, personarse en el lugar de los hechos. Vayamos al "descuido" de la bebida en cuestión. Pueden volver a darse dos alternativas: o bien que al chaval se le derramara en una imprudencia típica de alguien que no para de mover los brazos al animar, o que le incomodara la presencia policial que tenía a su lado y decidiera gastarles una pequeña broma. Por último, nos queda la actuación del policía. De nuevo me remito a la versión oficial de la Curva Nord y a las supuestas grabaciones -a la espera de que salgan a la luz- de los hechos. Si es cierto que el policía agredió al joven con un puñetazo, su actuación, a mi modo de ver, es del todo desproporcionada, y creo que aquí no hay opciones que valgan

Por eso me gustaría pedirle encarecidamente al club, y a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado que den su propia versión de los hechos. Que confirmen dicho error y pongan la sanción establecida a dicho agente, o por el contrario, desmientan con prueban la versión proporcionada por la Curva Nord.

Aún así, me ha dado por releerme el comunicado oficial que la Grada difundió al principio de esta temporada, y me gustaría recordaros uno de los puntos claves que os definían era:
"Partiendo de la base de nuestros estatutos que todos aceptamos y firmamos al acceder a Curva Nord, deseamos destacar hacia nuestros socios y al resto de seguidores de esta grada, sean o no del Valencia Club de Fútbol, que Curva Nord nace como una grada apolítica y alejada de la violencia del fútbol, esta directiva jamás permitirá que quepa cualquier tipo de política o insulto injustificado y gratuito hacia cualquier rival."

Este mismo domingo yo estuve en el campo, en el palco de prensa concretamente, y pude escuchar con claridad "Puta Barça, puta Barça" o "Jordi Alba hijo de puta", por no mencionar otros cánticos.
Sois el pulmón de Mestalla, el mejor acierto y fichaje del Valencia CF en los últimos años, vosotros dais vida al templo valenciano. No ensuciéis vuestra animación con insultos y altercados policiales, seguir actuando cómo hasta ahora, animando desde el respeto sin faltar a nadie. La afición os adora, os apoya, no la caguéis, os lo pido de verdad.
No dejéis que ninguno de vuestros integrantes tenga este tipo de actitud, porque en el momento que lo toleréis, la Curva se estará pasando de frenada, y lo más posible es que terminéis estrellados.

jueves, 15 de agosto de 2013

Que no lo llamen buen gestor


Ayer todas las miradas recaían de nuevo en Amadeo Salvo. Con Aurelio Martínez, presidente de la fundación, a su lado, cogió el micrófono y empezó a desvelar punto por punto la cruda realidad valencianista. 275,7 millones de euros de deuda neta, una cantidad superior a la del patrimonio neto del propio Valencia, una alarmante falta de liquidez año a año que obliga a maquillar las cuentas cada verano vendiendo a los baluartes del equipo, y por último, un bofetón de modestia y humildad abordando la reducción de costes del Nuevo Mestalla, bajándonos del escalón de la obra faraónica impuesta por Soler y mantenida por Llorente.
El presidente se paseaba por la sala, tranquilo, seguro de sus palabras, transmitiendo que a pesar de los problemas, nos encontramos ante un club viable, ante una entidad que debía expandir las siglas VCF alrededor del mundo, ante un equipo que debía volver el año que viene a EEUU y duplicar su cuota de aficionados en tierras yankees. Cada palabra, cada gesto, cada mirada al público, tenía la única misión de convencernos, de hacernos creer, de devolvernos una esperanza que año tras año se iba diluyendo entre cifras, amiguismo y secretismo.
Y tenéis toda la razón, quizá Llorente no tenía capital escondido, no habría desfalcado el club ni se había llevado el dinero a su salida. Vuestras informaciones eran correctas, no os equivocabais y por eso os felicito, y os felicito igual que os critico por llamarle buen gestor. Que hiciera las cosas legalmente no significa que lo fuera. Un buen gestor debe buscar soluciones por activa y por pasiva, defender los intereses de tu club allá donde vaya, porqué al fin y al cabo es la marca que intentas vender para lograr crecer. Nadie en su sano juicio criticaría a su propio hijo en su entrevista de trabajo, porqué lo único que conseguirías es que, o que no le contraten, o que traten al padre, y en este caso al gestor, como un auténtico inepto. Un inepto que abanderaba un discurso rancio y sin matices, un hombre que mantuvo un modelo ruinoso durante tres años sin cambiar una coma de planificación, y sobretodo, y lo que más me entristece personalmente, un sinvergüenza que nos arrebato a todos el orgullo de ser valencianistas.
Terminamos el periplo llorentista en Mestalla con una imagen de endeudados muertos de hambre, que se paseaban por la Liga gracias a los favores que un corrupto gobierno autonómico nos hacía, con el halo de la mediocridad por bandera y el convencimiento de no ser capaces de pelear por ninguna competición. Y eso pasa factura.
Pero como decía el anuncio de Aquarius, el ser humano es increíble. Hemos sido capaces de borrar de un plumazo tres años nefastos, de volver a ilusionarnos con la temporada que viene, de creernos el discurso del gigante dormido y de ver, esta vez si, cómo el padre contempla a su hijo orgulloso sobre el terreno de juego, cómo defiende a capa y espada su habilidad con el balón, y cómo con una deuda millonaria a la espalda, es capaz de levantar la cabeza y mostrar una sonrisa al resto de padres con un mensaje claro y conciso: El Valencia CF es un club grande, y ninguno de vosotros me podéis convencer de lo contrario. Ese sencillo mensaje combinado por pequeños toques de optimismo y buen hacer son los que llenan Mestalla, los que forman colas enormes de nuevos abonados y los que devuelven el brillo a unos ojos que llevaban demasiado tiempo tristes.
Que no lo llamen buen gestor, porque en tres años de mandato no fue capaz de transmitirnos ni una pizca de la ilusión y la esperanza que hemos recuperado en dos meses, porque nunca defendió los colores, el escudo y los intereses del club cómo se ha hecho en este último trimestre, y sobretodo, que no lo llamen buen gestor, porque no fue capaz de que nadie en su propio juicio creyera en su dirección. No fue capaz de mirarnos a la cara y decirnos que éramos grandes, porqué ni él mismo se lo llegó a creer nunca.


domingo, 11 de agosto de 2013

El supermercado del delantero


Imaginad una enorme cinta transportadora. Encima de dicha cinta, delanteros, muchos delanteros. Altos, bajos, rematadores natos, ratones de área, pillos, regateadores, de segunda línea, más jóvenes, más experimentados. Un surrealista supermercado del gol que Braulio mira atentamente en primera línea. El problema viene a la hora de escoger producto. Cada vez que nuestro entrañable gallego intenta dar un paso al frente para adquirir uno de los jugadores que le han gustado, los arietes le rechazan y le dan un golpe en la mano rechazando su propuesta. Que si Chicharito quiere jugar Champions League y no quiere saber nada de otras competiciones europeas, que si Fred cobra más de cinco millones netos de salario en Brasil, que si Demba Ba tiene una rodilla destrozada. Y cuando parece que uno de esos delanteros sí acepta lo que el secretario técnico le ofrece, aparece Amadeo Salvo por detrás para darle otro golpe y recordarle que el jugador que está a punto de fichar no es mediático, no vende camisetas ni abonos y no encaja en el nuevo proyecto de GloVal.
Y al final nos queda una estampa desoladora. Un Braulio Vázquez abatido y alicaído, sentado ante un escaparate enorme de jugadores que, o son inaccesibles, o tienen algún tipo de tara, o que directamente no cumplen los requisitos que la presidencia quiere para este nuevo Valencia. Si yo fuera el encargado de fichar al mencionado delantero, no tengo la menor duda de que la impotencia y las prisas empezarían a rondar mi cabeza.
Quedan apenas seis días para que el balón comience a rodar oficialmente, una semana para que se firme un cabeza de cartel, un punta que sea referencia en el nuevo proyecto, que meta veinte goles por temporada y que además, si puede ser, sea barato. Una tarea, que al menos a priori, el adjetivo de ardua le viene muy pequeña.
Pero después del partido de anoche, o de los enfrentamientos ante Inter y Everton, un servidor se empieza a preguntar si de verdad hace falta fichar a otro delantero. Nos olvidamos que de que Hélder Postiga ha aterrizado en Valencia hace menos de 48 horas, que en ese lapso de tiempo ha hecho su primer gol con la camiseta valencianista, y que en su mismo puesto puede jugar Jonas y Alcácer. Nos olvidamos de que tenemos una segunda línea espectacular, sin duda de las mejores de Europa cuando está en forma, y que seguirá filtrando balones imposibles juegue quién juegue en la punta. Las prisas en el mercado de fichajes no traen más que problemas, y  la secretaría técnica ya tiene malos precedentes con Cisshoko o V.Ruíz; yo no sé vosotros, pero yo no quiero a un Barragán comandando la punta de ataque ché. Y sobre todo, quizá nos volvemos a olvidar de que el Valencia son once jugadores, y que el bloque de esos once jugadores está por encima de cualquier estrella que pueda venir caída del cielo.
Braulio, no te desesperes, no te lances a por las ofertas, sigue el criterio que Djukic y Salvo te marcan, y si no se puede comprar algo decente, mejor guárdate la cartera y pon a buen recaudo el dinero, por el bien de la grada, y de tu puesto.