sábado, 22 de junio de 2013

No mates el fútbol



- "Cámbiate de equipo, así no tendrás que llorar con las derrotas, nosotros siempre ganamos"

¿Cuántas veces tuvisteis que escuchar esa frase? No fallaba. Recuerdo enfundarme mi bufanda anaranjada, mi camiseta del VCF y bajarme con mi padre a la barra del bar de enfrente a ver el partido. Con la ilusión reflejada en los ojos imaginando saltar de mi asiento gritando que mi equipo había marcado gol, y subirme a casa con una sonrisa de oreja a oreja porque ese equipo que tanto quiero y disfruto se ha llevado los tres puntos en el último minuto. Pero por desgracia, no siempre comíamos perdices. En muchos partidos ese gol que te imaginas no llega, y el partido acaba con una derrota que te dejaba un sabor amargo, y con una mirada que había cambiado la ilusión del principio por la tristeza del final.
Y claro, ese ceño fruncido no pasaba desapercibido en el bar, y la gente intentaba animarte, quitarle importancia al partido para que me sintiera mejor y recordándome que el próximo seguro que iría mejor, aliñado con el socorrido "no siempre se puede ganar". Hasta ahí lo veía todo normal, con mi corta edad ya estaba acostumbrado a esas frases y no tenían demasiado efecto en mi. Pero, siempre había una frase que me dolía en los oídos, que me hacía levantar la cabeza y cambiar el semblante cabizbajo por el gesto de enfado. Una frase que se quedaba clavada, y que nunca fallaba. Siempre estaba ese esperpento de persona que había llegado al bar minutos antes de que empezara el Barcelona o el Madrid, que se dedicaba a menospreciar al VCF riéndose de los presentes porque su equipo ya nos sacaba un buen saco de puntos, y que al verte te dedicaba las palabras reflejadas en la cabecera de esta entrada. Ese falso aficionado que te animaba a cambiarte de equipo porque el tuyo siempre pierde.

Sinceramente, me compadezco de vosotros. Siento lástima de todos aquellos que se cambian de equipo sólo porque gana, de aquellos que nunca han sentido nada por un equipo, cuyo mayor afán es llegar a su puesto de trabajo y reírse del compañero, ese compañero que no se cambió de equipo, ese compañero que ha sido fiel a sus colores en las derrotas y en las victorias, en los ascensos y en las derrotas, en las buenas y en las malas. Me dan pena todas esas personas que nunca llorarán porque su equipo ha perdido, porque tampoco sabrán lo que es llorar de alegría cuando ese mismo equipo gane un título.
Hoy me gustaría dedicar esta opinión a todos los que han derramado alguna lágrima por la desaparición de la Unión Deportiva Salamanca, a todos esos aficionados que le fueron fieles y nunca le abandonaron. Porque estoy seguro de que esos fieles volverán a empezar de cero en cualquier campo de tierra con las líneas pintadas con tiza, para que su sentimiento y su devoción por su equipo nunca muera. No os rindáis. Nunca.

Y recordad, nunca le quitéis la ilusión a un niño de ser del equipo que siente. Porque ese niño crecerá y será el aficionado que animará hasta la muerte, y sin ese aficionado, el que morirá será su equipo.

domingo, 16 de junio de 2013

La ilusión en forma de nueve


Era uno de esos paseos sin rumbo bordeando la playa de la Malvarrosa. De la mano de mi chica oteaba el horizonte en la busca desesperada de algún refresco que me hiciera olvidar el sol imponente que brillaba en mi ciudad. Giraba la cabeza de izquierda a derecha cuando de golpe me tope de frente con la camiseta del VCF. La portaba un hombre de poco pelo, que no llegaría a la treintena de edad y que caminaba junto a su esposa y su hijo. El pequeño caminaba con dificultad agarrándose a las manos de sus padres, poniendo todo su empeño en conseguir uno de los mayores desafíos que tenemos los críos con apenas dos años cumplidos, andar cada vez más deprisa, y si puede ser, que nuestros "papás" corran detrás nuestro para que no nos caigamos. Me fije más detenidamente en la ropa del chiquillo y enseguida distinguí unos colores y un escudo en su pecho. El emblema de la Selección española y los colores rojigualda se alzaban ante mis ojos en apenas ochenta centímetros de altura. Un pequeño cosquilleo recorrió el vello de mis brazos recordando los éxitos recientes de la Roja, siendo consciente de que ese pequeño ya no tendrá que enfrentarse a maldiciones de cuartos de final, o frases como "jugaron como nunca, y perdieron como siempre". Ese pequeño de mirada azulada disfrutará de una selección considerada como la mejor del mundo, que infunde respeto allá donde va y de la que sus aficionados estamos más que orgullosos. Los minutos de gloria con este equipo de leyenda se agolpaban en mi cabeza mientras la pareja de padres y el pequeño pasaban a mi lado, y como en un acto reflejo tuve el impulso de girar la cabeza. Dos nueves como Mestalla de grandes se presentaban desafiantes ante mi mirada. El olfato de gol, los rematadores natos, los más listos de la clase y la velocidad en estado puro se daban cita para homenajear a tan preciado número, cuyo portador tiene la obligación y la responsabilidad de ser la pieza más letal y determinante de todo el terreno de juego. Alcé la vista unos centímetros, y en las dos camisetas un nombre presidía sus espaldas. Ese nombre era Soldado. El nueve del VCF, el jugador que este año pasa a ser nuestro estandarte, nuestra referencia, y el que tendrá bajo sus hombros el gran honor de portar la Senyera. Esta noche también juega la Selección. Empieza su camino en la Copa Confederaciones ante Uruguay, y su delantero también será Roberto Soldado, que a base de garra y pundonor le ha robado el puesto a los delanteros a priori titulares.
Una de las camisetas que guardo con más cariño en mi armario, es la de la Confederaciones del año 2009, en aquella convocatoria, un joven David Villa portaba el siete en su camiseta, y como mi ídolo, yo también lo portaba orgulloso en mi espalda. 
Hoy, Soldado se juega ganarse el dorsal número nueve de todo un país, y que miles de niños como el protagonista de nuestra historia serigrafíen su apellido en nuestra Roja, que miles de niños valencianistas volvamos a estar orgullosos de los jugadores que van a nuestra Selección.

martes, 11 de junio de 2013

Leyenda



En estos momentos hay cientos de redactores delante de sus teclados buscando las palabras exactas para definir como se merece a David Albelda, barajando decenas de adjetivos que destaquen su liderazgo, su capacidad de organización y su extraordinario posicionamiento táctico, rescatando del baúl de los recuerdos imágenes grabadas a fuego en el corazón de todo Mestalla, e intentando robar una lágrima a los lectores apelando al sentimiento valenciano de un jugador irrepetible. Incluso habrá gente cuyas lágrimas salten de alegría, todo hay que decirlo. Lo que ya nadie duda es que el de la Pobla Llarga ha dejado para siempre su huella en el VCF. 
Pasará a la historia por ser miembro del mejor centro del campo de la historia del equipo del Turia, mano a mano con Rubén Baraja y Pablito Aimar. Su incansable labor defensiva, unida a su capacidad para anticiparse y robar balones en la medular eran parte imprescindible de los éxitos con Rafa Benítez. El seis valencianista se convertía en un ídolo para la grada, en un referente para todo Mestalla, en el estándarte ché que la afición deseaba, quería y veneraba. Era nuestro capitán y conseguía que todos estuviéramos orgullosos de que portara la Senyera en su antebrazo. Y nos convirtió en campeones de Liga, en campeones de Uefa, en los reyes de Europa y en el mejor equipo del mundo. Quién iba pensar que el chiquillo que fichó la cantera allá por el año 1995 se convertiría en el murciélago que sostenía la ilusión y el orgullo de toda una ciudad.
No cayeron más éxitos, pero David era indiscutible en el centro del campo junto con "el Pipo" Baraja, y en la selección con Camacho y Aragonés como seleccionadores.

En un día como el de hoy, me vais a permitir que omita la página negra de su historia, que eluda hablar de entrenadores nefastos y decisiones más que discutibles pasando por tribunales y denuncias sin sentido.
En un día como el de hoy, me encantaría enterrar el hacha de guerra y proclamar la paz entre bandos a favor y en contra, me gustaría que todos recordáramos lo bueno que ha hecho este jugador por el club de sus amores difuminando por completo las polémicas posteriores. 
En un día como el de hoy, desearía que todo el valencianismo alzara su voz y despidiera como se merece al que ha sido nuestro capitán durante casi una década. Al jugador que ha puesto al VCF en el lugar que le corresponde, al hombre que más ha sentido los colores que portaba su camiseta.
En un día como el de hoy, sólo me queda decirle a ese redactor que intenta definir a Albelda, que la única palabra que le hace honor, es Leyenda, porqué los que queremos a este club, siempre le recordaremos.

Gracias por todo David. 

domingo, 9 de junio de 2013

Prefería los "pares y nones"



-...Siete, ocho, nueve y diez! ¡Diez pies de portería! ¿y aquella? 
- Otros diez. Ya podemos elegir equipos.
Diez eran los pasos que separaban ambas farolas del parque, dos porterías improvisadas, pero equidistantes, que delimitaban el campo de batalla de nuestra clase. El honor, el amor propio, el pundonor, eran palabras que casi no conocíamos, pero que ya nos jugábamos en aquellos partidos después de salir de clase, donde afloraban las primeras rivalidades, los primeros odios y amistades. Esas miradas de desafío antes del partido que hacían que te dejaras la piel, literalmente, por llegar a cada balón, y las ganas desmesuradas de demostrar a tus compañeros tu calidad metiendo el balón entre las redes, o entre las farolas...
Pero antes del pitido inicial, había que repartir equipos, y para eso, teníamos un estricto procedimiento. En primer lugar, había que "echar a suertes" quién elegía al primer jugador, y eso se hacía jugando a "pares y nones", al mejor de tres. El ganador tenía derecho a elegir al primer jugador, y el perdedor se conformaba con ir a su zaga, sin discusiones. Uno a uno los jugadores se iban colocando detrás de su capitán hasta formar dos equipos. Ya estaba todo listo para la guerra.

Os cuento todo esto porqué me parece curioso como desde niños, sabíamos repartir. Todos nos conocíamos de sobra, conocíamos perfectamente las habilidades de nuestro compañero de pupitre, y teníamos claro a quién no queríamos en el bando rival. Además, premiábamos la victoria dejando elegir primero en el reparto. Era rudimentario, pero justo.

Ahora, volvamos al presente. Nos encontramos con una Liga Española en la que sólo dos jugadores, de cuyos nombres no me apetece acordarme, tienen el privilegio de poder repartirse a los mejores jugadores del mundo mediante un desigual reparto de ingresos, desequilibrando desde el comienzo un tablero de juego,  que presiden con orgullo ambos clubes, mientras que el resto de competidores se pelean para no caer por el precipicio. Y por supuesto, con la sofisticada red de ojeadores que tienen todos los equipos, el desconocimiento de jugadores no puede ser una excusa.

Podemos poner en entredicho la gestión de los demás clubes, e incluso alabar una magnífica dirección económica de los dos poderosos, pero de lo que no cabe duda, es que algo falla. De que algo está saliendo muy mal dentro de la Liga, de que ya nos hemos convertido en una liga bipolar en la que el campeonato se juega en una eliminatoria a doble partido en el Bernabeu y el Camp Nou como principales sedes. Y así, el fútbol se muere, y tendremos que guardar un amago minuto de silencio por la pérdida de valores. De niños salíamos a comernos el asfalto, la hierba y lo que hiciera falta con tal de ganar el partido y que tus compañeros de equipo estuvieran orgullosos de ti. Como "profesionales" el ritmo del juego lo marca el dinero que ganas si consigues meter un gol. 

Quizá, y antes de que sea demasiado tarde, sea hora de atajar el problema. Fijémonos en nuestra infancia, era divertido, fácil y justo, y eso hacía al fútbol lo grande que es ahora. Repartamos equitativamente los ingresos con una pequeña prima a aquellos que mejor lo hayan hecho el año anterior, quitémonos la falsa máscara de superioridad de "Mejor liga del mundo" y aprendamos de los modelos económicos de Premier League y Bundesliga. Quiero volver a ver los terrenos de juego llenos, repletos de banderas y bufandas, porque aquellos niños que medíamos los pasos entre farolas para poder jugar a fútbol, ahora queremos que la competición y el desafío que tanto queremos, siga vivo.

martes, 4 de junio de 2013

El pasado sólo es uno


Confieso que tengo miedo. El año pasado, en estas mismas fechas, ya era un hecho que Emery no continuaría en el banquillo ché. No era nada nuevo, tras tres años de decepciones constantes y con la sensación de que eramos un pez de acuario disfrazado de pez gordo, era cuestión de tiempo que el vasco tomará un nuevo rumbo y la exigente banqueta de Mestalla tuviera nuevo inquilino.
Se barajaron mil nombres, mil maneras distintas de entrenar junto con mil trayectorias, pero, sorpresa. Se acabó fichando a un hombre de la casa, un apuesta personal de Manuel Llorente que ponía las manos en el fuego por Mauricio Pellegrino. El Flaco, era un entrenador sin contrastar, cuyo mayor éxito en el plano deportivo como técnico era haber sido el segundo de uno de nuestros grandes héroes, Rafa Benítez. La sombra alargada de Rafa y el buen recuerdo de Mauricio como central en el equipo, levantaron la ilusión de una afición que veía la incorporación con buenos ojos. Solo algunas palabras críticas avisaban de que la falta de experiencia podría convertirse en error, y cruzaban los dedos para que sus peores augurios no se cumplieran. Pero como todo lo que puede pasar, acaba pasando, se cumplieron. Cinco goles de una sorprendente R.Sociedad hacían estallar los pañuelos y la paciencia en Mestalla, y acabarón con la participación de un desafortunado técnico argentino que se iría camino de su tierra buscando la gloria en otro lugar que no fuera Valencia.
Hoy, justo un año después, otro mítico defensa, ha firmado un contrato para las próximas dos temporadas como técnico del VCF. No es otro que Miroslav Djukic. Ese central elegante, práctico, que vino a la capital del Turia superando la treintena y que llegó a alzar la Copa del Rey y la Liga. Su frialdad y capacidad de liderazgo se imponían en una defensa que se aupó como una de las más duras de la Liga Española.
Este es el perfil del nuevo entrenador del VCF, una de las cabezas visibles del proyecto de Amadeo Salvo, el sucesor del ya, hoy, ex-dirigente del equipo, Manuel Llorente.
Su paso por la selección serbia, el Hércules y sus brillantes campañas al frente del Real Valladolid le otorgan esa experiencia que Mauricio no tenía, esa carrera fulgurante que el argentino no poseía. Su carácter exigente y frialdad ya han sido ampliamente demostrados y contrastados, y la apuesta por él, lejos de ser arriesgada, parece, a priori, una apuesta segura, decisión del nuevo presidente.

Puede que mi miedo solo tenga su fundación en lo paralelo de las dos contrataciones. en el hecho de ser dos ex-jugadores del club, dos defensas históricos que llegan al equipo para darle ese nuevo aire, esa imagen nueva que, por otra parte, Valverde casi consigue, y que empañó con explicaciones absurdas y anodinas que intentaban sin conseguirlo justificar su "huída" del club que rescató. Quizá ese miedo no sea por la comparación entre entrenadores, quizá Pellegrino fue una apuesta de un presidente nefasto que con una gestión más que discutible no ha conseguido encender ni una chispa de ilusión en el aficionado, y Djukic, sea el "all-in" de Amadeo Salvo, un hombre que llega al frente del VCF con un proyecto serio e innovador, con planes de futuro y que no se basa en palabras bonitas. Quizá mi verdadero miedo sea, que Amadeo Salvo se parezca en algo a Manolo Llorente, y no tanto, que Pellegrino se parezca a Djukic.

domingo, 2 de junio de 2013

De las cenizas...¿qué cenizas?


No pudo ser. Cuando ya tocábamos la Champions con la punta de los dedos, después de remontar cinco puntos en cuatro jornadas épicas, mientras ese balón de Banega lamía la escuadra del Sanchez Pizjuán, de repente, se esfumó.

Nadie nos quitará la cara de idiotas que se nos ha quedado esta noche.
Podemos excusar al equipo basándonos en la más que polémica actuación arbitral, e incluso buscar escudo en un hipotético complot de la RFEF para meter a la Real en Champions, podemos ser más autocríticos y achacar la Europa League al principio negro de temporada con Pellegrino en el banquillo, o directamente culpar a la mala suerte. Pero lo que es cierto, es que somos quintos, y cuánto antes se asimile, antes se levantara el equipo y el ánimo de su afición.

Es hora de pensar en el futuro, Valverde ya queda atrás, viene Djukic, un entrenador que SI quiere entrenar el VCF y que no se ha acobardado ante la situación social y económica que arrastra el club. Se irán jugadores importantes como Rami, que con sus últimas declaraciones y actuaciones dentro y fuera del campo ha perdido todo el respeto que se había ganado de la afición. Lo único que deseo es que los que se queden vean al VCF como lo que es, un club grande donde triunfar, una camiseta que respetar, y no como un trampolín para saltar a otros clubes. 

Nueva directiva, nuevo entrenador, nuevo proyecto. Hay que barrer toda la basura instaurada en el club. Mejorar la cantera y la marca del VCF y empezar con ilusión. Ahora es cuando los jugadores que de verdad quieren jugar en el club lo deben demostrar quedándose, confiando.

No me quedan fuerzas para explicar cada jugada del partido, la obra de arte de Éver, los penaltis no pitados, la roja a Jonas, o los goles de Negredo y Soldado. Sólo me levanta el ánimo pensar en el futuro, creer que las cosas, por fin, y tras varios años de sinsentidos varios, se hagan como tocan, con la lógica por bandera y la responsabilidad como guía, porque esta afición es lo que se merece.

Este blog empieza de nuevo, me hubiera encantado volver pensando en la Champions League del año que viene y especulando sobre los rivales que nos podrían tocar en la previa. Por el contrario, vuelvo lleno de ilusión, de sueños y esperanzas con el nuevo rumbo que va a coger el VCF.

Pasarán jugadores, entrenadores y presidentes, pero nosotros nos quedamos. Nos dan por muertos, tengo claro que demostraremos que se equivocan, no hay cenizas, solo ilusión, un paso atrás para coger impulso. No lo tenía demasiado claro, pero después de lo de esta noche, creo que el ideal que mejor sigue definiendo este blog es la de que:

Un sentimiento tan puro, siempre merece ser apoyado. 

¡Amunt València!