domingo, 16 de junio de 2013

La ilusión en forma de nueve


Era uno de esos paseos sin rumbo bordeando la playa de la Malvarrosa. De la mano de mi chica oteaba el horizonte en la busca desesperada de algún refresco que me hiciera olvidar el sol imponente que brillaba en mi ciudad. Giraba la cabeza de izquierda a derecha cuando de golpe me tope de frente con la camiseta del VCF. La portaba un hombre de poco pelo, que no llegaría a la treintena de edad y que caminaba junto a su esposa y su hijo. El pequeño caminaba con dificultad agarrándose a las manos de sus padres, poniendo todo su empeño en conseguir uno de los mayores desafíos que tenemos los críos con apenas dos años cumplidos, andar cada vez más deprisa, y si puede ser, que nuestros "papás" corran detrás nuestro para que no nos caigamos. Me fije más detenidamente en la ropa del chiquillo y enseguida distinguí unos colores y un escudo en su pecho. El emblema de la Selección española y los colores rojigualda se alzaban ante mis ojos en apenas ochenta centímetros de altura. Un pequeño cosquilleo recorrió el vello de mis brazos recordando los éxitos recientes de la Roja, siendo consciente de que ese pequeño ya no tendrá que enfrentarse a maldiciones de cuartos de final, o frases como "jugaron como nunca, y perdieron como siempre". Ese pequeño de mirada azulada disfrutará de una selección considerada como la mejor del mundo, que infunde respeto allá donde va y de la que sus aficionados estamos más que orgullosos. Los minutos de gloria con este equipo de leyenda se agolpaban en mi cabeza mientras la pareja de padres y el pequeño pasaban a mi lado, y como en un acto reflejo tuve el impulso de girar la cabeza. Dos nueves como Mestalla de grandes se presentaban desafiantes ante mi mirada. El olfato de gol, los rematadores natos, los más listos de la clase y la velocidad en estado puro se daban cita para homenajear a tan preciado número, cuyo portador tiene la obligación y la responsabilidad de ser la pieza más letal y determinante de todo el terreno de juego. Alcé la vista unos centímetros, y en las dos camisetas un nombre presidía sus espaldas. Ese nombre era Soldado. El nueve del VCF, el jugador que este año pasa a ser nuestro estandarte, nuestra referencia, y el que tendrá bajo sus hombros el gran honor de portar la Senyera. Esta noche también juega la Selección. Empieza su camino en la Copa Confederaciones ante Uruguay, y su delantero también será Roberto Soldado, que a base de garra y pundonor le ha robado el puesto a los delanteros a priori titulares.
Una de las camisetas que guardo con más cariño en mi armario, es la de la Confederaciones del año 2009, en aquella convocatoria, un joven David Villa portaba el siete en su camiseta, y como mi ídolo, yo también lo portaba orgulloso en mi espalda. 
Hoy, Soldado se juega ganarse el dorsal número nueve de todo un país, y que miles de niños como el protagonista de nuestra historia serigrafíen su apellido en nuestra Roja, que miles de niños valencianistas volvamos a estar orgullosos de los jugadores que van a nuestra Selección.

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