lunes, 16 de septiembre de 2013

Cuestión de orgullo



Fue una noche de las que amargan. De esas que te dejan en el cuerpo una impotencia enorme, un cabreo monumental y una decepción más que preocupante. Una noche de esas que no haces más que repetirte a ti mismo una y otra vez, que sólo es fútbol, y intentas aplicar eso que tantas veces te han dicho familiares y amigos: "solo es un deporte, no vale la pena cabrearse por eso". El problema viene cuando el fútbol y el Valencia, en este caso, es parte de tu vida, y poco puedes hacer por ignorarlo. Y lo único que te queda es dar vueltas y vueltas en la cama, dando cabezazos en la almohada con cara de perro, y repasando una y otra vez el partido para dar con las causas del desastre, y con alguna solución que saque del pozo a tu equipo.
Podría intentar analizar las declaraciones de Djuka, calcadas a las palabras de la rueda de prensa ante el Barça. El serbio viene a decir que nos falta ser más directos, que nos sobra toque y nos falta velocidad, pero que la actitud está. Mire usted señor Miroslav, ayer el equipo no tuvo un toque excesivo, directamente no tuvo toque. En cuanto un jugador vestido de verdiblanco presionaba lo más mínimo robaba el balón con una facilidad pasmosa. Tres faltas en todo el partido. O vas muy sobrado y tienes el partido tan controlado cómo para permitirte no tener que parar el rival a la fuerza, o tienes un problema de competitividad enorme, y me da a mi que sobrados no íbamos. Ni una sola palabra del desastre táctico defensivo, de esa fea manía de recular las líneas cada vez que los béticos recibían el balón, dejándoles entrar como Pedro por su casa al área ché y permitiendo centrar, e incluso rematar cada balón que entraba en los dominios de Alves, que a todas luces, fue sin duda el mejor del Valencia, en ese punto estamos. Y aún con un porterazo entre palos, hemos recibido 9 goles en tres partidos, casi nada.
La afición perdonó la debacle en Cornellà, y dio su voto de confianza al equipo. Volvimos a perder contra el Barça, y la parroquia volvió a disculpar al club dada la superioridad de un equipo cómo el Barça, que salvo frente al Levante, ha sufrido para ganar a Sevilla y Málaga. Los discursos esperanzadores y la paciencia ante un nuevo proyecto engordaban el margen de error de Djukic y sus jugadores. Pero lo que no podemos olvidar es que el serbio empezó la pretemporada manejando una excavadora y prometiéndonos que pelearíamos por todos los títulos de la temporada, y de momento estamos a un punto del descenso, con 9 goles en contra y viendo a los jugadores arrastrarse por el terreno de juego, y eso duele, y mucho. Tenemos a un gigante en coma inducido con un problema grave de actitud ,de juego, y con una crisis de confianza galopante. Y por si fuera poco, el fantasma de Pellegrino empieza a sobrevolar Mestalla.
Realmente no se cuál es la raíz del problema. Hay gente que habla de una conspiración maquiavélica contra el técnico, un jaque del vestuario contra el serbio después del palo -quizá excesivamente duro- que dió después de la derrota ante el Espanyol. Sinceramente, espero que esto no sea así. Prefiero que la dejadez y la falta de competitividad vivida ayer en el Benito Villamarín sea un mero espejismo resultado del desastre técnico. Que realmente no sean falta de ganas, o de garra, sino que el sistema que nos presenta el amigo Djuka transmita esa imagen de equipo débil, y por supuesto, que de ser así, cambie su pizarra.
Y cómo no se decir cuál es la verdadera raíz del problema, tampoco voy a ser tan osado de plantear una solución. Lo único que realmente tengo claro, es que el jueves es nuestro estreno en Europa contra el Swansea en Mestalla, y que mucho va a tener que cambiar la imagen del equipo. No estoy pidiendo una victoria, estoy pidiendo intensidad, garra, fuerza, huevos. Porque con esas pequeñas cosas, se arreglan los fallos que tenga el sistema táctico, o al menos, se disimulan.
Yo anoche me fui cabreado, desilusionado y preocupado a la cama. Si los jugadores de este club sienten los mismo, el equipo saldrá adelante. Si por el contrario, todos estos sentimientos les suenan a chino, ya os puedo adelantar que la humillación de anoche no será la última.




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