sábado, 24 de noviembre de 2012

Y los boquerones merendaron murciélagos

El Valencia CF no fue rival para un Málaga CF que arrolló en todos los sentidos al equipo rival, que  atacó con peligro durante todo el partido, que no perdió ni uno solo balón y que no dio la más mínima oportunidad a un equipo ché que volvió a mostrar su peor cara fuera de casa, y esta vez, además se superó a si mismo. 4-0. Resultado más que justo.

Esta mañana, analizando la previa del encuentro, llevado en volandas por el orgullo que sentí el martes al ver a mi equipo, hice un simil épico de la batalla que esta noche se libraba en la Rosaleda, planteando un VCF guerrero, con alma y con personalidad ganadora. No os podéis imaginar mi cara cuando en el minuto 7 de partido, una blandísima defensa se quedaba paralizada viendo como Portillo se plantaba solo dentro del área para colar el balón por la escuadra de Diego Alves. Entonces, ingenuo de mi, aún tenía la esperanza de ver a un equipo peleón, con garra, que se fuera arriba para intentar, al menos, igualar el partido. Pero no ocurrió así, el Málaga se exhibía delante de su público, tocando y tocando el balón, toreando a un Valencia que solo corría detrás del balón (correr, por decir algo, creo que el término correcto sería andar), como si de chiquillos de 9 años se tratará. Las ocasiones se sucedían una tras otra, Joaquín, Saviola...el 1-0 seguía vigente en el marcador de milagro y por obra de Diego Alves, todo hay que decirlo. El trivote que hoy planteaba Pellegrino formado por Gago-Banega-Tino prometía toque, calidad, movimiento rápido del balón, pero todo eso lo pusó sobre el campo el equipo contrario. Se mostraron totalmente fuera del partido, perdían todos y cada uno de los balones que llegaban a sus pies, bien por pasividad ante la presión malacitana, bien por  supuestos pases largos a una isla atacante llamada Valdez. Terminó la primera parte con solo un gol en contra en el marcador, algo que podía dar alas a un equipo que necesitaba un milagro. Y como todo hoy, ese milagro no sucedió. El equipo se mostró impreciso en el pase, blando en defensa, sin ninguna presión, dejando salir al Málaga como si de un partido de solteros contra casados se tratase. Se me caía la cara de vergüenza viendo la imagen de mi equipo sobre el terreno de juego. Me costaba incluso imaginar como podría plantear este post-partido sin ser excesivamente duro con el juego mostrado, pero con el resultado tan corto, aún había esperanza. Una esperanza que Saviola, Santa Cruz y Isco convirtieron en decepción con tres goles que no hacían más que hacer justicia en un partido para olvidar, por el esperpento mostrado, por la imagen reflejada en el campo, por la desgana, la falta de ambición, por no defender el escudo del Valencia CF como la ciudad y los aficionados se merecen. Pero estábamos hablando del épico símil de esta mañana, para concluirlo, solo me queda decir, que los boquerones salieron de su feudo con las cabezas cortadas de los murciélagos en la mano, alzándolas como ofrenda a su público para celebrar una victoria más que merecida ante un triste rival.



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