jueves, 15 de agosto de 2013

Que no lo llamen buen gestor


Ayer todas las miradas recaían de nuevo en Amadeo Salvo. Con Aurelio Martínez, presidente de la fundación, a su lado, cogió el micrófono y empezó a desvelar punto por punto la cruda realidad valencianista. 275,7 millones de euros de deuda neta, una cantidad superior a la del patrimonio neto del propio Valencia, una alarmante falta de liquidez año a año que obliga a maquillar las cuentas cada verano vendiendo a los baluartes del equipo, y por último, un bofetón de modestia y humildad abordando la reducción de costes del Nuevo Mestalla, bajándonos del escalón de la obra faraónica impuesta por Soler y mantenida por Llorente.
El presidente se paseaba por la sala, tranquilo, seguro de sus palabras, transmitiendo que a pesar de los problemas, nos encontramos ante un club viable, ante una entidad que debía expandir las siglas VCF alrededor del mundo, ante un equipo que debía volver el año que viene a EEUU y duplicar su cuota de aficionados en tierras yankees. Cada palabra, cada gesto, cada mirada al público, tenía la única misión de convencernos, de hacernos creer, de devolvernos una esperanza que año tras año se iba diluyendo entre cifras, amiguismo y secretismo.
Y tenéis toda la razón, quizá Llorente no tenía capital escondido, no habría desfalcado el club ni se había llevado el dinero a su salida. Vuestras informaciones eran correctas, no os equivocabais y por eso os felicito, y os felicito igual que os critico por llamarle buen gestor. Que hiciera las cosas legalmente no significa que lo fuera. Un buen gestor debe buscar soluciones por activa y por pasiva, defender los intereses de tu club allá donde vaya, porqué al fin y al cabo es la marca que intentas vender para lograr crecer. Nadie en su sano juicio criticaría a su propio hijo en su entrevista de trabajo, porqué lo único que conseguirías es que, o que no le contraten, o que traten al padre, y en este caso al gestor, como un auténtico inepto. Un inepto que abanderaba un discurso rancio y sin matices, un hombre que mantuvo un modelo ruinoso durante tres años sin cambiar una coma de planificación, y sobretodo, y lo que más me entristece personalmente, un sinvergüenza que nos arrebato a todos el orgullo de ser valencianistas.
Terminamos el periplo llorentista en Mestalla con una imagen de endeudados muertos de hambre, que se paseaban por la Liga gracias a los favores que un corrupto gobierno autonómico nos hacía, con el halo de la mediocridad por bandera y el convencimiento de no ser capaces de pelear por ninguna competición. Y eso pasa factura.
Pero como decía el anuncio de Aquarius, el ser humano es increíble. Hemos sido capaces de borrar de un plumazo tres años nefastos, de volver a ilusionarnos con la temporada que viene, de creernos el discurso del gigante dormido y de ver, esta vez si, cómo el padre contempla a su hijo orgulloso sobre el terreno de juego, cómo defiende a capa y espada su habilidad con el balón, y cómo con una deuda millonaria a la espalda, es capaz de levantar la cabeza y mostrar una sonrisa al resto de padres con un mensaje claro y conciso: El Valencia CF es un club grande, y ninguno de vosotros me podéis convencer de lo contrario. Ese sencillo mensaje combinado por pequeños toques de optimismo y buen hacer son los que llenan Mestalla, los que forman colas enormes de nuevos abonados y los que devuelven el brillo a unos ojos que llevaban demasiado tiempo tristes.
Que no lo llamen buen gestor, porque en tres años de mandato no fue capaz de transmitirnos ni una pizca de la ilusión y la esperanza que hemos recuperado en dos meses, porque nunca defendió los colores, el escudo y los intereses del club cómo se ha hecho en este último trimestre, y sobretodo, que no lo llamen buen gestor, porque no fue capaz de que nadie en su propio juicio creyera en su dirección. No fue capaz de mirarnos a la cara y decirnos que éramos grandes, porqué ni él mismo se lo llegó a creer nunca.


domingo, 11 de agosto de 2013

El supermercado del delantero


Imaginad una enorme cinta transportadora. Encima de dicha cinta, delanteros, muchos delanteros. Altos, bajos, rematadores natos, ratones de área, pillos, regateadores, de segunda línea, más jóvenes, más experimentados. Un surrealista supermercado del gol que Braulio mira atentamente en primera línea. El problema viene a la hora de escoger producto. Cada vez que nuestro entrañable gallego intenta dar un paso al frente para adquirir uno de los jugadores que le han gustado, los arietes le rechazan y le dan un golpe en la mano rechazando su propuesta. Que si Chicharito quiere jugar Champions League y no quiere saber nada de otras competiciones europeas, que si Fred cobra más de cinco millones netos de salario en Brasil, que si Demba Ba tiene una rodilla destrozada. Y cuando parece que uno de esos delanteros sí acepta lo que el secretario técnico le ofrece, aparece Amadeo Salvo por detrás para darle otro golpe y recordarle que el jugador que está a punto de fichar no es mediático, no vende camisetas ni abonos y no encaja en el nuevo proyecto de GloVal.
Y al final nos queda una estampa desoladora. Un Braulio Vázquez abatido y alicaído, sentado ante un escaparate enorme de jugadores que, o son inaccesibles, o tienen algún tipo de tara, o que directamente no cumplen los requisitos que la presidencia quiere para este nuevo Valencia. Si yo fuera el encargado de fichar al mencionado delantero, no tengo la menor duda de que la impotencia y las prisas empezarían a rondar mi cabeza.
Quedan apenas seis días para que el balón comience a rodar oficialmente, una semana para que se firme un cabeza de cartel, un punta que sea referencia en el nuevo proyecto, que meta veinte goles por temporada y que además, si puede ser, sea barato. Una tarea, que al menos a priori, el adjetivo de ardua le viene muy pequeña.
Pero después del partido de anoche, o de los enfrentamientos ante Inter y Everton, un servidor se empieza a preguntar si de verdad hace falta fichar a otro delantero. Nos olvidamos que de que Hélder Postiga ha aterrizado en Valencia hace menos de 48 horas, que en ese lapso de tiempo ha hecho su primer gol con la camiseta valencianista, y que en su mismo puesto puede jugar Jonas y Alcácer. Nos olvidamos de que tenemos una segunda línea espectacular, sin duda de las mejores de Europa cuando está en forma, y que seguirá filtrando balones imposibles juegue quién juegue en la punta. Las prisas en el mercado de fichajes no traen más que problemas, y  la secretaría técnica ya tiene malos precedentes con Cisshoko o V.Ruíz; yo no sé vosotros, pero yo no quiero a un Barragán comandando la punta de ataque ché. Y sobre todo, quizá nos volvemos a olvidar de que el Valencia son once jugadores, y que el bloque de esos once jugadores está por encima de cualquier estrella que pueda venir caída del cielo.
Braulio, no te desesperes, no te lances a por las ofertas, sigue el criterio que Djukic y Salvo te marcan, y si no se puede comprar algo decente, mejor guárdate la cartera y pon a buen recaudo el dinero, por el bien de la grada, y de tu puesto.

jueves, 8 de agosto de 2013

Al ritmo de la evolución


Tailandia, Japón, EEUU, China y una interminable ristra de países a los que clubes como Barcelona o Real Madrid viajan para hacer algo que ellos llaman pretemporada. Siempre he considerado la pretemporada como ese espacio de tiempo antes de empezar la competición oficial, que sirve para volver a coger el tono muscular, recuperar la resistencia y la capacidad física después de las vacaciones, y asimilar los conceptos técnicos del nuevo entrenador, si lo hubiese. Lejos quedan aquellas concentraciones en pueblecitos remotos del norte de España, buscando la brisa fresca de los Pirineos o el amable amparo de la Cordillera Cantábrica. No hay que darle muchas vueltas a la cabeza para llegar a la conclusión una vez más, de que el dinero lo puede todo. Un dinero que organiza giras mundiales interminables, cuanto más remoto sea el país y más billetes suelte, mejor para todos. Se deja en un segundo plano el aspecto deportivo para dar rienda suelta al negocio. El fútbol como deporte da paso al espectáculo del fútbol dejando como mera anécdota cualquier atisbo de preparación física. Claro, la imagen de Messi en el Muro de las Lamentaciones vende mucho más que la de Neymar posando con una cabra asturiana. Sinceramente, no me creo que blaugranas y merengues lleguen en plena forma al debut del campeonato doméstico. La fatiga acumulada, los viajes infinitos, el jet-lag, o la falta de sueño deben pasar factura a sus jugadores. Por mucha estela de estrella que tengan, siguen siendo humanos.
Esa es la triste realidad, estamos siendo testigos de la evolución del fútbol, ni más ni menos, cuyos genes dominantes se tiñen de verde dólar, y que lleva a la tumba a todo aquel equipo que no sea capaz de adaptarse al nuevo ecosistema. Una genética que no tiene por qué venir de serie, sólo basta que la mutación se dé en forma de petrodólares manchados de vodka o disfrazados con turbantes, multimillonarios que se compran un club e inyectan miles de millones de dólares al sistema dinamitando el mercado, y dejando desfasado y en la estacada al que no siga el ritmo de su inversión.
Y en este preciso punto es donde entra en juego la, desde mi punto de vista, excelente gestión de Amadeo Salvo de la pretemporada en general, y de la estancia en tierras americanas en particular. El conjunto ché empezó su stage en un pueblecito remoto de la sierra alemana -quizá no sea en Asturias, pero se le parece-, y aprovechó su estancia allí para hacer las cosas que deberían hacerse en una pretemporada: coger el tono muscular, recuperar la resistencia y la capacidad física después de las vacaciones, y asimilar los conceptos técnicos del nuevo entrenador, que lo hay. Y sin pensarlo dos veces, el equipo viajó a EE.UU para jugar el torneo más prestigioso del verano y ponerse a la altura de equipos como el Real Madrid. Y aquí es donde aprovechó el máximo dirigente ché para calzarse su traje de empresario implacable y enfundarse la aleta de tiburón a la espalda y empezar a hacer negocios. Que si ahora me reúno con la mayor empresa de marketing deportivo del mundo y le presento mi proyecto, que si después cierro un trato para la explotación y terminación del Nou Mestalla con una de las entidades más prestigiosas de los EE.UU, o que termino haciéndome la foto de rigor con el alcalde de Miami.
El presidente no está haciendo otra cosa que adaptarse a su entorno para que la vorágine de la evolución no le termine comiendo. Y si además, el equipo gana con solvencia sus dos encuentros en territorio yankee y demuestra que la verdadera pretemporada ha sido todo un éxito, sólo queda levantarse del asiento y aplaudir.
Amadeo tiene el claro objetivo de situar al Valencia CF entre los grandes de Europa, tanto deportiva como económicamente, y quizá y sólo quizá, este gigante dormido de Djukic pueda sorprender a unos líderes de la evolución que corren el riesgo de cegar completamente el aspecto deportivo. Porque al fin y al cabo, en lo más profundo del ADN del fútbol, siempre habrá un balón rodando.

lunes, 5 de agosto de 2013

A ritmo de tango en EEUU


El himno americano sonaba en el Metlife Stadium de New Jersey dando la bienvenida a un Valencia que quería y necesitaba la primera victoria de la pretemporada. Con un once similar al del partido ante el Milán en Mestalla, Djukic daba entrada al terreno de juego a Viera, Michel y Bernat, y dejaba la portería en manos de Alves.
Desde el pitido inicial, el conjunto ché se hizo cargo del control del balón y obligo al Inter a pegar cerrojazo atrás. Un dominio controlado y orquestado por Éver Banega. El argentino encendió su reproductor de música y puso sus botas en modo tango. Con el compás exacto abría el balón a la bandas, dejando espacio en la pista para Joao y Bernat, que disfrutaban rompiendo a una defensa interista que empezaba a verse desbordada desde el minuto uno. Viera añadía un toque canario al carril izquierdo dándole alegría al juego, mientras Feghouli retocaba la canción con ritmos africanos recién traídos de Argelia. Un sinfonía perfectamente sincronizada que resonaba en todo EEUU y que tomaba forma de apisonadora. Los violines y contrabajos anunciaban el punto álgido de la canción a la vez que el de Rosario alzaba su pierna derecha y fijaba su mirada en la escuadra derecha italiana. Imparable. El Valencia se ponía por delante en el marcador por primera vez en toda la pretemporada.
El Inter afinó sus instrumentos y empujó el balón hacia terreno valenciano. Dos fallos de Joao acabaron en sendos disparos de Guarín y Pereira que salieron rozando el poste izquierdo de la portería del brasileño. Poco les duró el aire a los rivales. El equipo volvió a entonar su mejor versión y volvía al ataque, a la presión, a las triangulaciones en el centro del campo. En definitiva, se movía al ritmo que Banega marcaba, él era el compositor, productor y director de la sinfonía perfecta.
Un balón mal rechazado por la defensa de un córner cayó en las botas del mago canario. No se lo pensó dos veces y armó su pierna para volver a devolver a Djukic la plena confianza que ha puesto en él durante toda la pretemporada. El esférico rebotaba en la cabeza del central y entraba directamente a las mallas. 2-0, el concierto en todo lo alto y un Inter que no podía estar más desafinado.
Al comienzo del segundo tiempo, un desaparecido Alcácer daba paso a Jonas en la delantera. Cinco minutos tardó el brasileño en formar sociedad con Viera y estampar su primer balón contra el poste, eclipsando la primera parte -por no decir toda la pretemporada- del canterano valenciano. Esa misma sociedad fue la que fabricó el 3-0. La sociedad canario-guaraní funcionó a la perfección y dejó solo al ariete que se marchó del meta para pasearse por la línea de gol y hacer el tercero de la noche. A Juan Jesús, el defensa interista debió darle dolor de cabeza el concierto ché y decidió intentar pararlo pegándole un auténtico golpe de kárate a Jonas en el cuello. Una acción que el árbitro no consideró como agresión y que dejó tintada de un insuficiente color amarillo.
El espectáculo llegaba a su fin, y el director serbio decidió que no iba a hacer más cambios. El aire de los pulmones empezaba a escasear, y aún así seguía siendo mucho más intenso que el descoordinado ritmo italiano, que no fue en ningún momento capaz de deleitar al público ni de poner en peligro a la defensa ché.
Las gradas pedían un bis y el equipo no dudó en ofrecérselo. Joao Pereira, incansable durante todo el partido, combinaba con el Feghouli del partido ante el Bayern, que dejaba a Jonas en bandeja su doblete. El portero dejó la tensión en todo lo alto con una palomita espectacular y a ritmo de redobles de tambor Viera empalmaba el balón en el aire para apuntarse su segundo tanto de la noche. Un broche de oro inmejorable que cerraba el telón del auditorio, y  dejaba un aplauso atronador que enmudeció New Jersey.  
Primera victoria de la pretemporada, sensaciones más que buenas y confianza a raudales para afrontar el partido del martes ante el Everton por la quinta plaza del torneo.
Quizá la música amanse a la fieras, pero en Valencia, despierta gigantes.

viernes, 2 de agosto de 2013

Los ídolos no tienen precio


No lo podía tener más fácil. Se iba de Mestalla después de meter más de 80 goles en tres años, luciendo el brazalete de capitán, ovacionado noche sí y noche también por las gradas, convertido en ídolo para los más pequeños y compañero inseparable del dorsal 9 en cada camiseta del Valencia que ronda la ciudad. Defendiendo dignamente los colores en cada rincón del mundo, y haciendo que nosotros, los valencianistas, sintiéramos orgullo y alegría cada vez que metía goles con la Selección. Se podía haber ido como un verdadero señor, como un jugador al que recordar, como uno de esos nombres históricos que decoran la pasarela de entrada al templo valencianista. Lo tenía más que fácil. Lo único que debía hacer era dar las gracias a la afición por tres años inolvidables, mostrar su gratitud al club que ha convertido a un delantero del Getafe en el ariete de España y coger con la cabeza bien alta el vuelo que le llevaría a afrontar nuevos retos en Inglaterra. Sólo debía llegar al aeropuerto, recibir el balón bombeado de la prensa y conectar un precioso derechazo por la escuadra en forma de cariño. Pues cayó en fuera de juego.
Llegó a la terminal de Manises entre una maraña de periodistas y empezó el discurso cómo marcaba el guión, siguiendo la pauta correcta para salir por la puerta grande. Pero el carácter, el temperamento o directamente la ineptitud empezaron a dar rienda suelta a la lengua de Soldado, y no tardó en arremeter contra Amadeo Salvo, contra su proyecto, e indirectamente contra el Valencia CF. No se daba cuenta que con sus palabras estaba destruyendo su legado, no era consciente de que estaba derruyendo su figura dentro y fuera del campo, emborronando su nombre en la historia y ganándose los abucheos en la próxima visita a la que era su casa, y en la que a partir de ahora, no será bienvenido.
De todos es sabido su buena relación con Manuel Llorente, y las reiteradas veces que el delantero ha defendido la gestión del ex-presidente dan prueba de ello. Y por tanto, no sería descabellado pensar que el "raje" contra Salvo se deba a una serie de factores, tales cómo la salida de Albelda, o del propio Llorente. 
Vamos, que sus palabras no tuvieran otro fin que desacreditar el trabajo del nuevo presidente, evitando que termine de desmontar el chiringuito con aire de mafia que el "calvete & company" tenían montado en forma de club de fútbol. Aparte del fuera de juego, eso es de tarjeta roja.
Pero si hay algo que reconocerle a Soldier, es la capacidad para unir al valencianismo. Ha conseguido deshacer los bandos y poner a todos de acuerdo. Le ha salido el tiro por la culata y el presidente sale más reforzado que nunca, y lo ha retratado como un gestor impecable, que ha aprobado con matrícula de honor su primera negociación complicada. 
Lo tenías más que fácil. Y lo que más me jode de todo esto, es que tus palabras van a doler mucho más a los aficionados que a ti mismo cuando se te pase el calentón. A ese niño que luce con orgullo tu nombre en su espalda, dile a la cara que no te ilusiona el proyecto. Lo que has demostrado no han sido huevos ni carácter, sino cobardía y interés.
Ahora te deseo toda la suerte del mundo en tu nueva aventura, y espero que los éxitos te acompañen allá dónde te lleve el destino. Pero ese destino ya nunca volverá a traerte a Valencia, porqué ya nadie te considerará cómo parte de nuestra historia, porqué ya no serás el ídolo de nadie, y eso, amigo mío, es algo que no tiene precio.