viernes, 2 de agosto de 2013

Los ídolos no tienen precio


No lo podía tener más fácil. Se iba de Mestalla después de meter más de 80 goles en tres años, luciendo el brazalete de capitán, ovacionado noche sí y noche también por las gradas, convertido en ídolo para los más pequeños y compañero inseparable del dorsal 9 en cada camiseta del Valencia que ronda la ciudad. Defendiendo dignamente los colores en cada rincón del mundo, y haciendo que nosotros, los valencianistas, sintiéramos orgullo y alegría cada vez que metía goles con la Selección. Se podía haber ido como un verdadero señor, como un jugador al que recordar, como uno de esos nombres históricos que decoran la pasarela de entrada al templo valencianista. Lo tenía más que fácil. Lo único que debía hacer era dar las gracias a la afición por tres años inolvidables, mostrar su gratitud al club que ha convertido a un delantero del Getafe en el ariete de España y coger con la cabeza bien alta el vuelo que le llevaría a afrontar nuevos retos en Inglaterra. Sólo debía llegar al aeropuerto, recibir el balón bombeado de la prensa y conectar un precioso derechazo por la escuadra en forma de cariño. Pues cayó en fuera de juego.
Llegó a la terminal de Manises entre una maraña de periodistas y empezó el discurso cómo marcaba el guión, siguiendo la pauta correcta para salir por la puerta grande. Pero el carácter, el temperamento o directamente la ineptitud empezaron a dar rienda suelta a la lengua de Soldado, y no tardó en arremeter contra Amadeo Salvo, contra su proyecto, e indirectamente contra el Valencia CF. No se daba cuenta que con sus palabras estaba destruyendo su legado, no era consciente de que estaba derruyendo su figura dentro y fuera del campo, emborronando su nombre en la historia y ganándose los abucheos en la próxima visita a la que era su casa, y en la que a partir de ahora, no será bienvenido.
De todos es sabido su buena relación con Manuel Llorente, y las reiteradas veces que el delantero ha defendido la gestión del ex-presidente dan prueba de ello. Y por tanto, no sería descabellado pensar que el "raje" contra Salvo se deba a una serie de factores, tales cómo la salida de Albelda, o del propio Llorente. 
Vamos, que sus palabras no tuvieran otro fin que desacreditar el trabajo del nuevo presidente, evitando que termine de desmontar el chiringuito con aire de mafia que el "calvete & company" tenían montado en forma de club de fútbol. Aparte del fuera de juego, eso es de tarjeta roja.
Pero si hay algo que reconocerle a Soldier, es la capacidad para unir al valencianismo. Ha conseguido deshacer los bandos y poner a todos de acuerdo. Le ha salido el tiro por la culata y el presidente sale más reforzado que nunca, y lo ha retratado como un gestor impecable, que ha aprobado con matrícula de honor su primera negociación complicada. 
Lo tenías más que fácil. Y lo que más me jode de todo esto, es que tus palabras van a doler mucho más a los aficionados que a ti mismo cuando se te pase el calentón. A ese niño que luce con orgullo tu nombre en su espalda, dile a la cara que no te ilusiona el proyecto. Lo que has demostrado no han sido huevos ni carácter, sino cobardía y interés.
Ahora te deseo toda la suerte del mundo en tu nueva aventura, y espero que los éxitos te acompañen allá dónde te lleve el destino. Pero ese destino ya nunca volverá a traerte a Valencia, porqué ya nadie te considerará cómo parte de nuestra historia, porqué ya no serás el ídolo de nadie, y eso, amigo mío, es algo que no tiene precio.




 

1 comentario:

  1. Me ha encantado el último párrafo compañero. Muy TOP.

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